La celebración nace como una respuesta a
la situación física y sicológica en la que quedaron la ciudad y sus
habitantes luego del terremoto del 5 de Agosto de 1949, sismo que
destruyó la urbe y muchos de los cantones que en aquella época formaban
la Provincia de Tungurahua.
La Fiesta fue entonces una manifestación
de la voluntad de los ambateños, que aceptando el precio propuesto por
la naturaleza a la belleza y fecundidad concedida a estas tierras, se
levantaron con fervor y entusiasmo en búsqueda de respuestas tangibles
al daño sufrido. Ideas nacidas en diferentes círculos y agrupaciones de
la ciudad, fueron recogidas por la Municipalidad y fundamentadas por el
Centro Agrícola Cantonal, entidad que gracias a la dinamia de sus
socios, se convirtió en el eje de la organización de la primera fiesta
que se cumplió el 17 de Febrero de 1951, circunscrita principalmente a
una feria agrícola, pecuaria y de carácter industrial.
Fue en 1962, y mediante Decreto
Ejecutivo N. 586, expedido el 18 de Abril y publicado en el Registro
Oficial N. 136, que el Gobierno Nacional Presidido por el Dr. Carlos
Julio Arosemena, y siendo su Ministro de Gobierno el destacado ciudadano
ambateño Don Alfredo Albornoz Sánchez, declaró a la Fiesta de la Fruta y
de las Flores, celebración nacional.
La fusión de la fiesta con la
celebración del carnaval, ha sido otro de los hitos importantes de su
historia, pues este detalle ha permitido acrecentar el número de
visitantes al convertirla en centro de atracción turística tanto para el
entorno nacional, como también para los reclames de agencias de viajes
que manejan paquetes internacionales de viajes.
En la actualidad la Fiesta es organizada
y ejecutada por el Comité Permanente, conformado por profesionales
especializados en: administración, arte y folklore, publicidad,
mercadeo, turismo y promoción cultural, etc., que se maneja a través de
un Director Ejecutivo, que cumple con las directrices emanadas del
Directorio del Comité, teniendo por la naturaleza de sus funciones,
amplias facultades para adoptar decisiones relativas a la concreción
misma de las programaciones establecidas dentro de la norma que rige la
actividad del organismo y de aquellas que fueran introducidas como
complemento.
En ese contexto , se trabaja en la
organización de: un torneo galante para elegir a la Reina de la Fiesta,
que es al mismo tiempo Reina de la ciudad; el Festival Internacional de
Folklore, con la participación de grupos de danza provenientes de
diferentes países del mundo; el Desfile de la Confraternidad (diurno),
constituido en el número central de la celebración dada la masiva
presencia de espectadores que se congregan a lo largo de las avenidas y
calles que conforman su trayecto; La Ronda Nocturnal, desfile nocturno
en la que participan los mismos elementos alegóricos del anterior
evento, con la particularidad que se suman otros similares elaborados
por barrios y entidades privadas y presentados con preciosa iluminación,
detalle que los hace lucir diferentes; se complementan la fiesta con
presentaciones culturales de altísima calidad: música seria, danza,
teatro en diferentes modalidades, participaciones de los barrios con
números propios a los que se suman los que provee el Comité. Merece
capítulo a parte la participación de la Curia Diocesana, que en asocio
con otras instituciones y el mismo organismo ejecutor, presenta la
Bendición de las Flores, los Frutos y el Pan, acto religioso de original
y sugestiva belleza y de majestuosa solemnidad que se considera único
en el mundo de habla hispana.
Esta es en síntesis la Fiesta, que desde
la celebración de su cincuentenario, ha mantenido un proceso de
transformación tendiente a convertirla en una auténtica vitrina de la
ciudad hacia el mundo, para cuyo fin se ha recurrido a efectos
publicitarios que parten de particulares denominaciones transitorias con
las que se ha identificado a la celebración, siendo como es un
pretexto, una motivación, solo inspira, uniforma y enrumba el
significado de los diferentes elementos que participan, sin afectar la
esencia misma del evento que no es otra que aquella que inspiró a sus
gestores hace 62 años, o sea de promover a las flores y a la fruta, que
constituyen la más genuina representación e identidad de Ambato y de la
comarca Tungurahuense.
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